Buscá en Sueños...

domingo, 4 de julio de 2010

Dreis - Capítulo III

En Tidenopecp por tareas administrativas, día 18

Capítulo 3: “Cuentos de fogón”


-¡¿Dreis?!, ¿dónde escuchaste eso?-Preguntó agitado Luciano, recordando su sueño.
-En ningún lado, se me ocurrió ponerle ese nombre a esta isla cuando ustedes estaban buscando agua, esta mañana. Es como un juego de palabras. Estaba pensando en algo como “Isdélosu“, que serían las dos letras iniciales de cada palabra de “Isla de los Sueños”, o “Maravisla”, pero sonaba horrible, y como a mí me gusta el inglés, se me ocurrió Dreis, que es la unión de Dream y Island, o sea Sueño e Isla, algo así como Isla de los Sueños. ¿Por qué?, ¿es una mala palabra en otro idioma, o algo así?-Respondió sonriendo.
-No, es que yo… -Balbuceó Lucho pensativo- vos no habrás… porque yo no fui…
-OK, ahora sí que me estás asustando
-Dreis… me suena ese nombre… ¿dónde lo escuché?, ah, ¿no es eso que dijiste que Agus se había ido a recorrer en tu sueño?
-Ah, entonces me estabas escuchando cuando hablaba-comentó divertido Luciano-, y sí, eso es.
-¿Alguien me explica de qué están hablando?, si no es mucha molestia.
-Hmm… no importa, seguí contando tu historia.
-OK, estaba diciendo que Dreis estaba nublada, como hoy. Todos se habían ido a dormir, y se habían olvidado de apagar el fuego. Juan se acordó y salió de su carpa a apagarlo. En su carpa también dormía su hermano Carlo. Éste comenzó a preocuparse cuando Juan no volvía, sólo había ido a apagar el fogón y estaba tardando demasiado, casi diez minutos, quince. Salió para ver dónde estaba y lo encontró sentado frente a un lago cercano, mirando hacia las profundidades. Se acercó para ver él también y lo que vio lo asombró mucho. Una muchacha preciosa, de ojos dorados, cabelleras onduladas como las olas del mar, cola de pez, de un azul cielo y una voz angelical y cautivante. Cantaba en un lenguaje incomprensible, bello y místico. Les cantó a los hermanos, quienes se sentían completamente atraídos hacia la ninfa de mar. Luego les dijo que se llamaba María, y que quería que ellos fueran con ella hacia las grutas submarinas que eran su hogar. Los hermanos no pudieron resistir, sin sacarse la ropa, se tiraron de lleno al lago inmaculado, yendo hacia su fin. Porque la sirena, al verlos indefensos junto a ella, siguió con su truco, ahogándolos para poder devorarlos.
-Moraleja: Jamás confíen en una sirena. O en una mujer, que es más o menos lo mismo.- dijo Jonathan, el vigía.
-Hey, ¡te escuche!-Increpó Giselle.
-Sí, ya sé. -Rió divertido.
-Bueno, es mi turno, había una vez una muchacha que se llamaba Camila. Era simpática, había ganado todos los concursos de inteligencia de su escuela, era muy talentosa: tocaba el piano, la flauta traversa, el violín y el trombón. Pero era fea. No solamente fea, horrible diría yo. La gente te asustaba cuando la veía pasar, rogaba no estar viendo a un fantasma. Las chicas más lindas del barrio se burlaban de ella cada vez que podían. Nadie quería acercársele, nadie excepto un muchacho tímido, con ojos tiernos semejantes a dos gotas perfectas de agua de lluvia. Él iba siempre detrás de Camila. Un día, ella se mostró incómoda ante aquel perseguidor desconocido, rogándole que dejara de seguirla. El muchacho sonrió y le dijo: “Camila, has demostrado que eres una buena persona, muy inteligente y amable. Yo no soy un muchacho cualquiera, soy el príncipe Gregorio, poseedor de enormes poderes. Me gustaría que fueras mi esposa.” A lo que ella respondió: “Mi Lord, estoy a vuestros pies, pero ¿por qué querría su majestad casarse con una chica tan fea como yo, si el reino está repleto de lindas señoritas a quienes les encantaría desposarlo?”. “Es porque yo sé reconocer tu belleza interior, no me importa lo de afuera.”. “No se ofenda, pero la verdad es que me daría vergüenza pasearme con usted siendo tan desagradable.” “Si ese es tu deseo, podría hacerte hermosa, mi sincera Camila, pero por favor acepta el casarte conmigo.” “¿Puede hacer eso?”.”Por supuesto” Dijo mientras hacía unas maniobras con las manos. Al instante Camila se convirtió en la envidia de todas las mujeres del reino. Y el príncipe en la de todos los hombres. Fin.
-Que historia tan… tan… no sé cómo definirla…
-¿Horrible?, ¿Estúpida?, ¿Infantil? Giselle, ya sos grande para cuentos de princesas con final feliz.
-Es para probar una teoría.
-¿Y de que se trata esa teoría? ¿De que a los hombres estas cosas no les gustan?
-Eso creo. Bueno, ¿Quién cuenta la próxima historia?
-Yo.

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