Últimamente camino por la calle con música en la cabeza, como si todo a mi alrededor bailara a su compás. Y en mi mente describo lo que veo. Es divertido. Así que por ejemplo, de camino a la escuela, con la música del cascanueces (sonando en mis auriculares imaginarios) se percibe que la gente va apurada, corriendo a la parada de colectivo, mientras las flores color lavanda del jacarandá vuelan con la brisa solemne, que lo baña todo con su frescura. Una joven corre alegremente de la mano de un nene chiquito con la cabeza repleta de rulos rojizos, persiguiendo el perfume de la primavera (que ya es casi verano), como pidiéndole que no se vaya, que por siempre se quede sin dejarle lugar a otra estación. Y entonces, la brisa se convierte en viento. A un señor se le voló un papel, y con saltos intenta recuperarlo. Pero está muy alto ahora, ya no puede alcanzarlo.
Poco a poco el sonido de voces incrementa, muy gradualmente. Ya estoy llegando, tan sólo estoy a media cuadra. Una amiga me saca de mi ensimismamieto con un abrazo. Pero la poesía me espera incluso dentro del aula, entre inecuaciones, mapas, prebalances e incluso entre la clasificación de las enfermedades neurológicas. En todo veo poesía.
luu
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