Buscá en Sueños...

sábado, 1 de octubre de 2011

Incertidumbre

  Y estaba ahí, solo. Mirando a ese tremendo mundo circundante. Enorme. Pero el mundo no tenía, entonces, los límites que solía. la libertad se respiraba en el aire. Sí... Eso era libertad. No estar encerrado aplastado, hacinado, no. Libre... flotando... descansando.
  A lo lejos el horizonte se curvaba y se doblaba sobre sí mismo. ¿Era el horizonte? No lo sabía... ni le interesaba. Si lo era, estaba lo suficientemente lejos como para que jamás llegase. Tenía algo de frío, estar flotando ahí en ese líquido no era de lo mas cálido. Aun así, sabía que si éste hubiera estado demasiado caliente, jamás habría sobrevivido.

  Lo que no sabía era qué le depararía el destino. Siemrpe desde su hacinamiento había visto ver a sus superiores irse, liberarse. Todos iban ascendiendo, día a día. Bueno, casi. Técnicamente el nivel requerido para que los liberaran era cada vez menor, pero en términos prácticos, daba igual.


  A los privilegiados los veía irse en enormes navíos plateados, metálicos, del metal mas duro y grueso que hubiera jamás visto.  Eran ovales, cóncavos, masivos. Y siempre habíase preguntado qué se sentiría estar allí arriba, sin saber qué venía, sin saber a dónde se estaba yendo... pero felices, de abandonar esa burbuja sólida y limitante.
  La tarde anterior habían venido a llevarse a sus inmediatos superiores. El quedó tercero en la fila. Sabía que era muy probable que la próxima vez que vinieran lo llevaran. Aunque sí, a veces la regla de la superioridad no era acatada y la nave retiraba otros de algún sector específico, incluso hasta niveles inferiores; dejando dentro a otro sector, intacto.
  Afortunadamente, no fue el caso aquella mañana (o sí, y él quedó justo entre aquellos privilegiados del sector liberado). La nave había llegado y había bajado a una altura perfecta, él había quedado casi automáticamente sobre ella y al despegar, estaba seguramente contenido entre el resto de sus compañeros. Algunos, como siempre, se había apurado a intentar subirse al borde y habían caído segundos tras el despegue.
  La nave había comenzado un vertiginoso ascenso. Su corazón daba fuertes golpes en su pecho. Todos hablaban y comentaban, reían, algunos lloraban por haber dejado atrás a seres queridos. Todo esto mientras los confines de su mundo se deslizaban velozmente en decadencia frente a sus ojos. Hasta que no lo hicieron más. De repente, una irregularidad y la caricia del aire fresco, el campo visual se incrementaba increíblemente, todo aquello era hermoso, nuevo, interesante, curioso... hasta un tanto aterrador. Todos se callaron ante semejante maravilla.
 Su medio de transporte dejó de elevarse, para dar paso a un movimiento más delicado y más horizontal, aunque un tanto diagonal, en descenso.
  Y allí estaba, su nuevo mundo infinito, líquido, frente a sus ojos, bajo sus pies. la nave descendió y se sumergió repentinamente en aquel mar de incógnitas. Todos intentaron mantenerse solidarios al navío, pero no lo lograron. Todos se separaron mientras la nave se alejaba bajo sus pies y el empuje del líquido los contenía en su posición, mientras torbellinos de fluido los separaban y los mezclaban.
  Él se había despegado de la nave apenas entrado, por lo que rápidamente alcanzó la superficie. Escuchó detrás suyos algunos gritos, pero decidió no prestar atención. Su nueva vida lo esperaba y no podía detenerse a solucionar los problemas ajenos.
  Entonces la corriente comenzó a llevarlo hacia donde ella quiso. Y no ofreció resistencia alguna: se dejó llevar infinitamente por ésta hasta el infinito, el infinito de ese mundo maravilloso que se sentía tan grande, tan pleno, tan vasto.  Y nadó, y durmió, y dio vueltas sobre el mar, o lo que fuera que era, de cualquier modo, para él era su mar. Suyo.
  De repente, vio acercarse a lo lejos una construcción metálica. Una torre. No. Una antena. Tampoco. Era nada más ni nada menos que la cola de la nave que los había traído. Esa cola cuyo final jamás había logrado apreciar por la gran distancia y podía ahora contemplar. Se avecinaba peligrosamente en una trayectoria curva. Pasó por su costado, casi rozándolo, pero no hizo más que eso. Suspiró.
Sin embargo, su paso había dejado una estela y una corriente circular que comenzó a arrastrarlo suavemente. Decidió que pronto el mar volvería a estar calmo cuando comenzó a oír el rumor de aquella cola acercándose otra vez. Esa cola de la nave que tras haberse ésta sumergido se encontraba en posición vertical. Esta vez venía con más velocidad.  Lo golpeó y lo arrastro en un giro eternamente espiralado que hubiera preferido nunca haber sufrido. El mareo y un nuevo golpe tras unos instantes terminaron por desmayarlo.
Cuando despertó seguía siendo llevado por aquella corriente letal. Lo arrastraba hacia un único punto donde veía  a otros que, como él, debían seguramente haber sido traídos por este flujo asesino. Y uno tras otro se acercaban a ese punto fatal y desaparecían, gritando.
La superficie estaba inclinada y el caía hacia ese lugar. Cada vez más cerca. Más cerca. Más.
Y cuando se resignó a asumir lo que venía, intentando convencerse de que tal vez no era nada malo, por muy horroroso que pareciera; sintió nuevamente el rumor del metal acercándose, aunque desde más lejos esta vez, y en sentido contrario. Lo escuchó pasar bastante cerca y pudo divisarlo a lo lejos, moviéndose sin reparos. Una fortísima corriente opuesta a la que lo arrastraba siguió su paso y lo golpeó fuertemente a él alejándolo de aquel punto aparentemente letal. La superficie del mar se sacudió durante un buen rato hasta calmarse por fin.
Este nuevo mundo era maravilloso y enrome, pero a la vez era peligroso y tenía la capacidad de dotarlo de una adrenalina incalculable. No obstante seguía prefiriéndolo al otro; éste era entretenido y le daba sentido a su existencia, el otro era una sarta de días que se repetían uno tras otro sin cambios, a la espera de La Nave.
  Y así decidió entregarse al destino y dispúsose a descansar de una buena vez, feliz. No. No pudo. La superficie comenzó a moverse nuevamente y vio ceñirse sobre él una enorme pared blanca. que ascendía y comenzaba a cubrir más el cielo. Y al mirar al frente, hacia donde el mar lo arrastraba, vio un túnel rojo y oscuro, su entrada estaba adornada con placas blanco amarillento, y el mar que era su mundo comenzaba a desagotarse dentro de dicho túnel.
  El miedo intentó tomar su mente y alocarla, pero él lo contuvo. Seguramente lo que lo esperaba era aun mejor de lo que ya había vivido. decidió entonces entregarse de lleno a ese túnel oscuro y sonrió.
  El mar lo llevó y finalmente el y varios litros de agua cayeron dentro del túnel, donde un tobogán acuático lo llevó a recorrer lo que parecía ser un cuarto extraño, rojo, plagado de excéntricas estatuas de aparente marfil a los lados, y al final del cual otro túnel, más oscuro y en diagonal hacia abajo lo esperaba.
Poco tiempo tuvo de ver las estatuas, en algunas había pequeños hombrecitos trabajando, aunque más que construirlas o repararlas parecían estar destruyéndolas... No bien comenzaba a preguntarse por qué estarían destruyéndolas, el nuevo túnel lo tragó. Más bien él y el líquido que lo  acompañaba fueron volcados.
  Empezó a caer por este tubo oscuro del que poco podía apreciar, sus paredes se movían coordinadamente hacia abajo, empujándolos más. Este extraño lugar era por demás cálido y húmedo. No estaba seguro de cuánto tiempo podría aguantar vivo allí dentro. El calor y los líquidos calientes eran muy peligrosos para él.
  El túnel dobló repentinamente y desembocó en un cuarto rosado y enorme. Sus paredes estaba recubiertas de una sustancia viscosa y mientras él caía desde el techo de este cuarto, donde el tubo desembocaba, veía bajo sus piernas acercarse un liquido burbujeante y que irradiaba un importante calor.
  Cerrando los ojos decidió aceptar el reto de sumergirse en él (otra opción no le quedaba). Apenas entró en contacto con él sintió ardor y calor. Y luego, casi instantáneamente, nada más. No volvió a sentir nada más. Nunca.
  - Ma, estaba buenísima esa chocolatada. ¡Te quiero!- Dijo Héctor a la mujer que lo miraba cariñosamente desde la cocina, y corrió a darle un abrazo.


Roli

5 comentarios:

Ignacio dijo...

Muy buena trama principal, jugarse en ese abismo entre la desesperación y la salvación, ese viaje inevitable y el transcurso del mismo son como las horas que nos deparan ante algo crucial, cuando el tiempo corre es seguro que nosotros también, nosotros nos movemos, ellos se mueven en busca del objetivo. De verdad me gusta mucho !excelente!

Luu dijo...

Me gustó muchísimo. Muy al estilo de algo que mi papá escribiría. O algo que escribiría yo. Hasta el último segundo intenté adivinar de qué se trataba, sin acercarme siquiera a la respuesta. Lo tuve que releer para apreciar cada uno de los detalles, como pasa con esas películas que muestran una cosa a simple vista, pero que está llena de minúsculas porciones de información que se conjugan y forman el todo. A la espera de más cuentos como este.

Roli dijo...

¡Gracias, chicos, por los comentarios! Yo también lo tuve que releer jajaja (y encontré un error gramatical que ya corregiré). Sí, Luu, el cuento apunta simplemente a eso: ver aquello simple y usual desde una perspectiva diferente, nueva, con agregados de cierta magia falsa creada con el juego de la literatura

Luu dijo...

Un par de veces estando en la escuela escribí cuentos como este que se perdieron entre las hojas sueltas de algún cuaderno que abro poco... Estaría bueno poder encontrarlas. Después reviso bien y te las paso, a ver qué decís :)

Roli dijo...

Would be simply great

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