Capítulo I
Parte IV
Relatado por Roli
Luu se veía muy a gusto. El avión parecía fascinarle. Yo, por mi parte había dejado de sentirme sofocado por los nervios, atosigado por las responsabilidades. En su lugar me sentía sumido en un viaje de ensueño.
El avión comenzó a moverse... Deduje que estábamos despegando, por lo que aventure un comentario inocentemente, pero con la oculta y vanidosa intencionalidad de ensalzar mi medio de locomoción:
– Uyy ¿Escuchás los motores?
Luu seguía hundida en sus halagos al avión, pero finalmente respondió mi pregunta...
– Me gustan las velocidades increíbles e.e. No, genial, no se escuchan desde acá...– E inmediatamente después con una frase hizo lo que mi intención oculta pretendía: – Este es el mejor avión de la vida.
– ¿Viste e.e? Son especiales.– Dije, sin ocultar la desmesurada anchura que había tomado mi pecho.
– Sííí.
– Los diseñé yo. No empujan aire, empujan energía pura.
– Greeat .
– ¡Uyy, pero esto sí que se siente! ¿Sentís la aceleración? ¡Guaaauuu, qué rápido que va esto! Uuy mirá por la ventana: ni se distinguen las cosas.
– Sí, son colores. ¡Qué liiindo!
Para ese entonces la velocidad a la que nos desplazábamos era impresionante. Nuestro tiempo ya no era el de los otros.
– Manchas, jaja. Ayy, ya dejamos la tierra. Waa. Qué rápido. Se alejan las manchas.
– Nice... Bye things! Pará, ¿dónde estamos? ¿Es el espacio, o algo así? Me da miedo el espacio. – Luu evidentemente había malinterpretado mi comentario, entendiendo por "tierra" al planeta, en vez de al suelo, al cual yo me había referido.
– No, Lu, es sólo aire telepático.– La tranquilicé.
– Uuf, qué bien. No me gusta el espacio u.u.
– Ajj, naah. Para eso, además, tendríamos que haber usado el transbordador, pero ese recién lo estamos fabricando. Ya llegamos.
– ¿Posta? Ni cuenta me di. – Dijo, anonadada.
– Te dije que viajábamos a súper velocidades. Allá abajo. ¿No ves ese campo? Es el Aeropuerto Internacional de Housburgo.
– No veo nada, jajaja. ¿La desbloqueo? ¿Es seguro? ¿O uso un filtro? ¿Qué decís?–
– Estamos en el avión; no pasa nada.
– Ok... Desbloqueado. Aaaah, igual tengo el coso ese del campo de fuerza, ajaja.
– Jaja, sip. Bloquea cualquier cosa exterior e.e.
– E incluso sin eso el avión tiene su propia protección: Es muy seguro.
– No, digo, para cuando estemos afuera.
– Aah, obvio.
– Lo tengo en OFF al coso. ¿Le ponemos nombre? Porque... como es Tidenopense no tiene, jajaj.
– Eeh, dale. El nombre en Rólice, mmm, debería ser... ¿teleshield?
– Eeh, no... Porque no es sólo un escudo.
– Es verdad.
– Es mas bien un filtro y tele-trasmisor especializado en ondas cerebrales.
– Entonces ya sé.
– ¿Cómo?
– Brawafiltrans :)
– Like it e.e
Claro, la pura abstracción de los tidenopenses hacia que no tuvieran palabras... lo cual solía significar un problema de comunicación. Afortunadamente la mayoría de ellos manejaba el Rólice. Sin embargo, había aún palabras sin traducción, más si se trataba de equipos de seguridad nuevos, poco difundidos, o prototipos, como era el caso.
Repentinamente me percate de que hacía tiempo había vislumbrado el aeropuerto debajo de nuestros pies, con sus pistas iluminadas y su verde pasto. Con en característico edificio de 10 pisos hecho de ladrillos rojos y ladrillos de vidrio alternados. Casi podía ver a la gente dentro, corriendo de aquí para allá. Pero ese lugar se encontraba ahora lejos, y nosotros nos habíamos salido del camino. Sentí un calor amargo que me subía por la garganta. Me lo trague; e intentando sonar casual, le comunique mi duda a mi compañera:
– Che Lu...
– ¿Qué?
– Nos colgamos hablando.
– Uuh, mal.
– Y no me di cuenta que nos pasamos del aeropuerto... Es raro esto... pero es raro porque James se pasó. Esperá que lo llamo.
– Dale.
Levante el tubo de conexión directa con la cabina. Del otro lado se oía nada más que un silencio seco. Me preocupé, y mi voz dejo entrever algo de nerviosismo a Luu. Ella era la invitada... No debía notarlo. Pero aunque entonces no lo sabía, la aventura que estaba comenzando, que nos depararía a los lugares menos pensados, ya había comenzado.
Y no iba a terminar pronto.
– ¿¿James?? ¿¿JAMES?? No contesta :|– Grite finalmente.
– JAMEES. – Luu intento acompañarme.
– Vos quedate acá, voy a la cabina.
– Waaa, hurry.
– Ya vengo...
– Dale
Me levante con las piernas duras cual madera del asiento y salí al pasillo. Faltaba un largo trecho para llegar a la cabina, y el camino se me antojaba frio y húmedo, oscuro... siniestro. Determinado a encontrar a James en el baño y espantar fantasmas de mi mente, comencé a adentrarme en el pasillo.
La primera parte del corredor dio lugar a otro compartimento más cálido e iluminado, y mis temores comenzaron a desplomarse.
Volví a sentirme cómodo en mi avión. Los tapizados en pana y las copas de cristal parecían conferirle un aspecto tan mágico, que el mal parecía a años luz de mi nave.
Finalmente llegué. La puerta estaba cerrada y la cabina se encontraba hundida en el más profundo de los silencios. Podía oír mis latidos, mi respiración, que comenzaba a agitarse nuevamente. Abrí la puerta.
Una humareda comenzó a abarrotarse sobre mí. Sentí que mi corazón se volvía de piedra: nada bueno podía haber pasado, y el destino de mi piloto no era demasiado esperanzador.
Me di a la fuga, corriendo por el pasillo.
– ¡¡Luuuu!! ¡¡¡LUUUU!!!– Grité desesperadamente, ante la inminente violación a la paradójicamente inviolable seguridad del avión, nuestra única esperanza de no ser infectados era la tecnología más avanzada conocida: la tidenopense.
– ¿Qué?
– ¡PRENDÉ EL BRAWAFILTRANS! ¡YA!
– Listo. ¿Qué pasó?– Su rostro tenía una mezcla de expresiones, sabía que no venía con buenas noticias. Por mi tono, por la velocidad de mis pasos, y porque estoy seguro de que lo presentía. Eso es moneda corriente en ella.
– No sé: Fui a la cabina y ni bien abrí la puerta vi salir humo negro. Es la contaminación.
Roli
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