Doce de Abril

 

   Le daba suaves patadas al suelo, sin levantarse de su asiento, como si de esa manera un gran agujero fuera a aparecer para tragársela por completo. Cada tanto pegaba un saltito, nerviosa. Se mordió los labios hasta que le sangraron. Hacía girar una lapicera entre sus dedos, cada vez más rápido. Se le cayó un par de veces, volvió a levantarla para seguir jugando con ella, pero cuando volvió a resbalársele de la mano la dejó en el suelo, y tomó otra de la cartuchera. Seguía moviendo los pies incontrolablemente.
   Una voz monótona sonaba, como viniendo desde lejos. Ella cerró los ojos, apretando los párpados muy fuertemente, y esperó encontrarse en un lugar diferente al abrirlos, pero eso no pasó. Miró al techo, luego a los árboles que se divisaban a través de la ventana. Una torcasa muy gorda se agitaba entre una rama delgadísima y un cable de luz.

   Suspiró por enésima vez, soltando hasta la última gota de aire que tenía en los pulmones, violentamente. Se sonó los dedos, anotó algo en una agenda rosa, sin pensarlo siquiera.

   Los minutos pasaban demasiado lentamente...

   Afuera se escuchaban unos nenes gritando. Eso la irritó.

   Finalmente sonó el timbre que anunciaba el recreo, pero ella no se movió de su silla. No era su intención salir. Sin embargo, la preceptora le dijo que no podía quedarse, así que bajó al patio abarrotado de adolescentes agrupados de a cinco o seis. Se apoyó en una columna y esperó hasta que alguien tocó la campana, para subir al aula nuevamente.

   Cada vez faltaba menos... Pero la espera era terrible... 'Tan sólo cuatro días más', se dijo. Cuatro días...

luu